Gozaremos de una Internet más amplia y profunda que la representada por el manido concepto de «la Web 2.0″. Será de escala planetaria, y permitirá por ejemplo que tanto los seres humanos como sus «máquinas» formen parte activa de las redes sociales.
El Internet de los Objetos es la idea de una red de datos obtenidos mediante elementos tales como dispositivos y sensores del mundo real. Cuando esa información está íntimamente vinculada a nuestras vidas reales, fuera de la red, resulta algo muy interesante, puesto que surge todo un mundo nuevo de oportunidades con mejores decisiones, servicios innovadores y (desgraciadamente) vigilancia social. Se trata de una Web plagada de implicaciones købe que hay que tener en cuenta, pero vayamos al pasado.
Esta nueva oleada de Internet vinculado a los objetos no se refiere simplemente al futuro. Con su entrada en los hogares acelerando la reinvención sistemática de objetos de nuestro día a día, invita a pensar que tiene sus raíces en el pasado como si de un nuevo Renacimiento se tratara y del que nosotros mismos seremos los protagonistas, una nueva revolución tal y como produjo el descubrimiento del plástico o la reorganización industrial.
En este contexto, ¿por qué y cómo debemos inventar ahora?, ¿cómo afecta Internet de los Objetos a los procesos de generación de las ideas, el diseño y la invención de nuevos objetos? A partir de ahora, cada objeto debería ser capaz de contar su propia historia: su pasado (de qué está hecho, cómo se ha producido y para qué sirve), su futuro (qué características lo hacen diferente, cómo desmontarlo, cómo repararlo, cómo reciclarlo) y, por supuesto, su presente, puesto que será o deberá ser, asimismo, «consciente» de su propia existencia, de su lugar de ubicación, su huso horario… Es decir, todos los objetos podrán conectarse de forma activa y «vivir» como seres humanos como parte de nuestra red social y digital. […]
Vía: TicBeat